lunes, 4 de febrero de 2019

vídeo y carta












La Romana, Rep. Dom.
4-2-2019

Señor:
Juan Pablo Duarte y Diez,
Padre de la Patria dominicana.

Estimado y querido Duarte:

Fue tan grande tu proeza que aun te recordamos con respeto y admiración.  En cada baile, poesía y canto rendimos homenaje a tu esfuerzo.

La historia es un espejo que refleja tu altura, empeño y devoción.  Sé que te esforzaste y entregaste todo para que tu pueblo fuera libre.

En tu corazón palpitó la patria y por tus venas corrió sangre de honor.

¿Quedarán hombres como tú? ¿Quedarán  hombres que puedan elevar esa voz de vencedor? Te escribo esta carta desde lo más profundo de mi alma, la escribo con la tinta de la humildad.  Hoy tu sacrificio, tus pensamientos son la luz para alumbrar el camino del futuro, legado que dejaste por una patria libre y hermosa.

Tú con solo 18 años entregaste tus riquezas y pusiste en riesgo tu familia. Duarte, te elevaste hasta el espacio más diáfano de la bondad al crear la Trinitaria, ejército de seres humanos brillantes que liberaron esta nación. Inmenso precio se pagó con sangre derramada de patriotas inspirados por ti. Multiplicaste la esperanza en un pueblo afligido por la esclavitud. Hoy te invoco como la bandera que danza en el cielo de la república y revela la fuerza de nuestra soberanía. 

Nuestro escudo explica la historia, Dios fue la base para que la patria fuese libre y soberana. Sé, apreciado Duarte, que este país lo fundaste con la grandeza de tu memoria. Te confieso, hombre de estatura invencible, que al entonar el Himno Nacional recordamos tus proezas.

Tu honor me da fortaleza y valor para vivir. Tu espejo quiero contemplar siempre, la patria está en cada respiro de la historia,  de mi alma y corazón.  

Quiero ser una esponja para absorber tu amor, valor y comprensión. Quiero abrazar los ideales más nobles de la patria. Hoy te llamo con el pensamiento y te busco en los ojos de las personas que desean abrir las puertas del porvenir. Te invoco como al alba que brota en esta hermosa isla.

Capitán de todos los tiempos, no pudiste ver tu pueblo hundido en el dolor y obligado a la esclavitud, pues sabías que oscuro sería su futuro. Comprendiste a tiempo que sólo un proyecto nacional era el camino para la felicidad.

Grandioso esfuerzo invocó la voz dulce y resonante del trabucazo. La valentía fue tan grande como el mar. El amor fue inmenso como los héroes que mueren de pie, como las heroínas que cargaron la pólvora de la dignidad. Sabia y transparente tu justicia, Duarte, inolvidables tus ideas, jamás serán borradas. Siempre luchaste contra los invasores y nadie pudo apagar el brillo de tu filosofía.

Eres el mayor regalo de esta tierra que sueña bajo las estrellas del mar caribe. Duarte, nos diste una perla con el valor más preciado, te entregaste en cuerpo y alma por esta nación que abrazamos los dominicanos cada mañana, y que guardamos en el pensamiento durante los mejores atardeceres. El rostro de los dominicanos refleja la libertad y un porvenir prospero.

Gracias a ti somos libres, dueños de nuestra propia democracia. Gracias a tu esfuerzo nuestro proyecto nacional existe y nos sentimos muy orgullosos. Tú eres y serás el mayor ejemplo de nuestra dominicanidad.

En mi corazón brota alegría cuando leo las páginas de la historia y tu nombre es lluvia de coraje y sinceridad. Te queremos, Duarte, con los más hondos sentimientos. Tus huellas están tatuadas en la memoria de la patria.




           

Zaidi Nicol Echavarría Hernández
Estudiante
Liceo Vespertino Arístides García Mella


 

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